La lluvia a veces es subestimada por los conductores, quienes hacen exactamente lo mismo que harían durante un día normal, algo que es un error y puede llevar a accidentes que son evitables.
El agua sobre la calle reduce peligrosamente la visibilidad y adherencia de los neumáticos al suelo, lo que en maniobras peligrosas puede poner en riesgo la vida de los peatones, ocupantes de otros vehículos y del auto en el que vas.
Lo primero es reducir considerablemente la velocidad. Como el agua disminuye la adherencia entre los neumáticos y el asfalto, se deben hacer maniobras cuidadosas y se necesita una distancia mayor para detener el coche una vez que se pisó el freno. Las gomas se deslizarán un trayecto mayor al normal y, si lo hacés como de costumbre, podés chocar.
Otro consejo es chequear que los cristales estén limpios, en especial el que se encuentra del lado de adentro. Además, las luces tienen que funcionar correctamente, algo que todos los días debe suceder, pero que en estos casos es crucial. No uses las luces altas o auxiliares porque encandilan a conductores que vienen de frente o bien, estén delante tuyo.
El desempañante de vidrios también es clave. Para esto, encendé el aire acondicionado y ponelo en la temperatura que más te agrade. Regulando con las perillas, apuntá el aire al parabrisas, mientras que el aire tiene que ingresar desde afuera y no re-circule. En caso de no tener este artefacto, simplemente bajá el vidrio.
Además, mantén una distancia prudencial con el auto de adelante ya que, estar muy cerca de éste, sobre todo en rutas y autopistas, es una costumbre muy peligrosa. Se debe viajar a una distancia de entre 30 y 40 metros para, en caso de ser necesario, frenes sin riesgos. Tené neumáticos en buen estado, con buena vida útil e inflados.
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